Vibora


Hay un terreno maravilloso donde las víboras
no se atreven a morderte por si mueren envenenadas.

Donde, al suelo nadie te tira
porque la verdad cae por su propio peso
y no queda sitio para la mentira.

Donde, rodeado por el enemigo,
que te mira,
lleno de odio y de exceso
mientras esbozas una sonrisa,
disfrutando de la incómoda tensión
que vuelve el aire espeso,
donde, dedos acusadores
señalan por la espalda
lo que no tienen valor
de decir a la cara
a pesar de que el acusado
lleva la cabeza bien alta
sabiendo que tiene más que perder.

La sensación de lo bien echo
cuando demuestran su deprecio
escudándose en el poder.

Hay un terreno maravilloso
donde las víboras
mueren al morder.

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