Venganza
Los cristales rotos por el suelo
ya alertaban de que la tragedia ya llegara.
Sin avisar y sin aliento
la desdicha musitaba
viejas poesías carentes de palabras.
El tiempo parecía muerto
mientras la sangre aún brotaba
de la esperanza que apenas quedaba
por el terrible esfuerzo
para romper la valla
que irremediablemente los separaba.
¡Venganza!
Gritaba para desequilibrar aún más la balanza.
Inocuo intento de salvar lo que ya está perdido,
y dejar de correr para instalarse en el hastío
de querer haber vivido y no haber podido.
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